El osteópata realiza un chequeo osteopático, intentando conectar las informaciones sobre los antecedentes (médicos, accidentes u operaciones), y un examen visual y palpatorio del cuerpo del paciente. Tras el chequeo, se establecerá un plan de tratamiento con el fin de que el cuerpo funcione de manera armoniosa e impida la aparición de dolores.
Adaptada a cada paciente, en función de la edad o su morfología, la osteopatía puede tener beneficios para las embarazadas, los bebés, los niños, los adultos o en la tercera edad, pero también para los deportistas profesionales o aficionados. La osteopatía no puede curarlo todo, no se propone curar las enfermedades degenerativas, genéticas, infecciosas, mentales o el cáncer, ni las fracturas o las luxaciones, pero es un buen complemento de la medicina alopática.
Los campos de aplicación de la osteopatía son bastante amplios, y es eficaz en el tratamiento de las estructuras articulares o musculares (pie, tobillo, rodilla, caderas, mano, muñeca, codo, hombros, cráneo, columna vertebral), y también sobre los sistemas digestivo, cardio-pulmonar, neurólogico, etc.
Al consultar por molestias o dolores funciónales, el osteópata observa la manera en la que el paciente se mueve, evalúa el impacto de su profesión y el deporte que practica. Tras un examen que permite discernir los problemas de movilidad, tratará también los problemas en los grandes sistemas del cuerpo. La osteopatía se interesa no sólo por lo físico, sino que también suele tener en cuenta el estrés, la acumulación de trabajo o los choques emocionales que perturban el equilibrio en los diferentes momentos de la vida.